Muchas veces somos víctimas de situaciones de violencia en nuestro hogar, pensando que es “normal” porque en las familias “siempre hay peleas” haciéndolo ver como algo inevitable justificando así maltratos, gritos, insultos, amenazas e incluso golpes entre sus miembros. Es común escuchar que se justifiquen acciones asociadas a la violencia familiar por los “estilos de personalidad” de quienes forman parte de la familia, diciendo frases como “es que él (ella) siempre ha sido así”, “tiene carácter fuerte”, “es que está estresado(a) hay que entender”, “es que tiene problemas”, reforzando sin estar conscientes de ello, que las situaciones de violencia familiar continúen ya que hacemos de la violencia algo habitual en el día a día. Es contradictorio escuchar la palabra “hogar” cuando quienes conviven se agreden unos a otros y donde la violencia reina y aflora permanentemente en el trato de sus integrantes, ya que el “hogar” generalmente es percibido como un espacio privado para ser protegido y donde nos acompañan nuestros seres queridos.
Se hace relevante entonces revisar cómo percibimos nuestro hogar, preguntarnos acerca de nuestra familia y acerca de cómo podemos ayudar a mejorar las relaciones entre ella. Reflexionar sobre el trato que tenemos, si existe respeto, solidaridad, comunicación constante y si ésta es positiva, si podemos dar nuestra opinión sin ser maltratados, si confiamos en nuestra familia, o si por el contrario permanentemente somos objeto de críticas, insultos, golpes nos puede hacer entender si estamos inmersos o no en situaciones de violencia familiar.
La Organización mundial de la salud (OMS) define la violencia como el “uso deliberado de la fuerza física o el poder, ya sea en grado de amenaza o efectivo, contra uno mismo, otra persona o grupo, que cause o tenga… probabilidad de causar lesiones, muertes, daños psicológicos, trastornos del desarrollo o privaciones”. En general, todos tenemos idea de lo que significa la violencia, sin embargo muchos de nosotros la asocia sólo a la agresión física, sin darnos cuenta que existen otras formas de violencia mucho más sutiles que generan consecuencias negativas para la salud de las personas y para el ambiente familiar. Esas otras formas de violencia podríamos englobarlas como formas de violencia psicológica y están descritas como acciones u omisiones dirigidas a perturbar, degradar o controlar la conducta, el comportamiento, las creencias o las decisiones de una persona, mediante la humillación, intimidación, aislamiento o cualquier otro medio que afecte la estabilidad psicológica o emocional.
Es importante entender que la violencia psicológica es tan dañina para la salud, o incluso más dañina, que la violencia física, ya que suele afectar justo donde la persona se siente insegura, haciéndola sentir mucho más débil y vulnerable frente al agresor. En la violencia familiar ocurren actos u omisiones, únicos o repetitivos, que son cometidos por un miembro de la familia en contra de otro u otros integrantes de la misma. Comúnmente, la violencia en las familias se ejerce en contra de las mujeres, los niños, las personas de la tercera edad, las personas con una discapacidad o con alguna otra situación que represente una desventaja ante la persona que ejerce la violencia.
En la situación actual de aislamiento social por la Pandemia del Covid-19, y ante la necesidad de estar confinados en nuestros hogares, los eventos relacionados con la violencia familiar se han visto incrementados de manera significativa, de hecho la OMS confirmó un aumento de la violencia contra las mujeres. Hans Kluge, director Europa para la OMS señaló que los Estados miembros han informado de un “aumento de hasta el 60% de las llamadas de emergencia de mujeres víctimas de violencia por parte de su pareja en abril de este año, en comparación con el año pasado». Si eres víctima este tipo de situaciones de violencia, la recomendación es actuar para protegerte física y emocionalmente ya que va en detrimento de tu estabilidad emocional. Debes saber que estar expuesta en forma reiterada a situaciones de violencia psicológica puede afectar tu desempeño en diferentes áreas de tu vida (personal, profesional, laboral, social) e incluso puede alterar tu salud mental, tu bienestar y calidad de vida, propiciando síntomas relacionados con depresión, ansiedad, trastornos de sueño y estrés por mencionar algunos. Como recomendaciones generales, cuando sucedan situaciones de violencia familiar es necesario:
- Reconocer, aunque sea doloroso, que estás inmersa en una situación de violencia familiar. Entiende que no eres culpable de la violencia de un familiar hacia ti, esto le ocurre a muchas personas. Esa persona necesita ayuda psicológica.
- Atender a las señales que ocurren antes de la violencia física (gritos, insultos, golpes de objetos, amenazas). Cuando inicia la situación violenta es probable que vaya incrementando de nivel.
- Identificar un lugar seguro en la casa si se inicia una discusión. Igualmente trata de contar con dinero y de resguardar tus documentos importantes en un lugar seguro y de fácil acceso. Llama a los números de emergencia.
- Hablar con alguien de tu confianza sobre lo que te está ocurriendo. Identifica un familiar, vecino o amigo que pueda ayudarte. Una de la sugerencias más conocidas de designar una palabra o frase clave para indicarle a otros que estás en riesgo.
- Memorizar los números de teléfonos importantes en caso que te quiten el celular.
- Buscar ayuda profesional. Debes proteger tu salud física y mental, y si tienes hijos que viven las situaciones de violencia familiar contigo, es necesario buscar orientación para ellos también, recuerda que la violencia afecta en forma significativa a las personas también a tus hijos.
La violencia no se esfuma sola debes hacer algo, deben ocurrir cambios en la dinámica familiar para trabajar con la violencia y mejorar la relación entre los miembros de la familia. La familia es un sistema, al cambiar sus elementos en pro de la salud mental de sus miembros, la calidad de vida mejora. El sitio en el que hoy vives con tu familia puede pasar a ser tu “hogar”, puede ser realmente un sitio en el que te sientas protegida y a salvo. Si necesitas orientación, yo te puedo ayudar. ¡Hablemos!
Lcda. Nancy Marchan