Ansiedad, Depresión, Psicología

¿El estrés te motiva o te paraliza?

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¿Te ha pasado que algunas veces estando bajo presión, tu desempeño fluye de mejor forma? ¿Sientes que la presión que tienes actualmente te paraliza y no puedes responder como lo necesitas? ¿De qué depende una u otra situación?

Muchos hablamos del estrés, a veces en exceso… Podemos tener referencia del uso de esta palabra en el trabajo, en el hogar, en las conversaciones diarias y lo escuchamos en la televisión, en la radio e incluso podemos ver las referencias en las redes sociales. De manera frecuente utilizamos el término de estrés para referirnos a una presión o demanda de la situación en la que estamos inmersos, que exige de nuestra parte una pronta respuesta, tengamos o no los recursos para afrontarla.

Estas demandas pueden venir desde situaciones familiares, laborales, académicas, sociales y personales. Si percibimos que podemos resolver las situaciones relacionadas con estas exigencias o nos orientamos a su solución, es más probable que nuestras respuestas sean más adaptativas y podamos interpretar que la situación representa un reto o desafío para ser superado. Es aquí cuando el estrés puede convertirse en un motivador de la conducta, siendo este tipo de situaciones necesarias para nuestro desarrollo, funcionamiento y adaptación al entorno. Este tipo de estrés es conocido como “Eutrés” y en un nivel adecuado mantiene el interés y la motivación para realizar las actividades. Por el contrario, cuando las demandas son excesivas, intensas y/o prolongadas y la persona valora que la situación excede a sus propios recursos personales, se pone en peligro el bienestar emocional, superando la capacidad de adaptación ante lo que sucede. Este tipo de estrés es conocido como “Distrés” y es realmente al que nos referimos en el día a día cuando hablamos del estrés. Su efecto en la salud mental es usualmente negativo y genera una serie de reacciones fisiológicas y emocionales que atentan contra nuestro bienestar personal.

Cuando sientes que tus repuestas fluyen adecuadamente frente al estrés, es probable que tengas un nivel de presión que te permite activarte y te brinda la oportunidad de reevaluar las situaciones como un desafío, como una posibilidad de obtener aprendizajes y experiencias que te ayudan a mejorar tu desarrollo profesional, familiar, social y emocional, siendo este nivel de estrés percibido como un motivador. Sin embargo, cuando estas exigencias comienzan a aumentar, se hacen más intensas, más complejas y se sostienen en el tiempo, tus respuestas serán poco adaptativas y estarán caracterizadas por emociones negativas más difíciles de gestionar, como la ansiedad sostenida, la depresión, la ira o la frustración. Igualmente podrás sentir que afecta tu capacidad de razonar adecuadamente, tu capacidad de concentración, la forma como procesas mentalmente las situaciones, con dificultades para memorizar, para atender, para tomar decisiones o tendrás frecuentemente bloqueos mentales. Además, este tipo de situación en la que percibes elevado nivel de estrés tiende a contribuir con la adopción de conductas distintas a lo habitual como por ejemplo el abuso de drogas, alcohol, tabaco y fármacos (tranquilizantes). Cuando hayas llegado a este punto, lo más probable es que tu salud física y mental se verá afectada en forma negativa.

¿Qué puedes hacer para gestionar mejor el estrés negativo o distrés?

Hay recomendaciones generales que ayudan a manejar el estrés, la ansiedad, la depresión y otras afecciones de la esfera mental que son bien conocidas, tales como el mantener hábitos saludables en cuanto a la alimentación (evitar bebidas estimulantes como el café), horarios para descansar, ejercicios físicos de ser posible en contacto con la naturaleza.

En general, mantener hábitos saludables en cuanto a la alimentación, horarios para descansar y ejercicios físicos. Otras recomendaciones más específicas pasan por identificar las exigencias que te están agobiando, evaluar cuales pueden ser tus acciones y los recursos con los que cuentas para afrontarlas, así como también el desarrollo de estrategias de inoculación del estrés basadas técnicas de respiración y relajación junto con la detección de pensamientos automáticos. Este punto lo estaré desarrollando en otra publicación para detallar mejor las recomendaciones al respecto.

Lo importante es que puedas gestionar el estrés, ya que afecta en forma negativa en nuestro cuerpo y cuando se hace crónico nos puede enfermar. Y tú, ¿sientes que las exigencias que tienes actualmente sobrepasan tu capacidad para afrontarlas?

Si necesitas orientación acerca de cómo manejar el estrés, ¡Hablemos!

Lcda. Nancy Marchán

Photo by Kat Jayne from Pexels

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Acerca de Nancy Marchan

Licenciada en Psicología egresada de la Universidad Catótica Andrés Bello, con experiencia laboral en el área de Seguridad Industrial y Salud en el Trabajo y formación en el área de Psicología Ocupacional.

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