La ansiedad social, o fobia social como también se le conoce, es un miedo intenso ante situaciones sociales en las que la persona está expuesta al posible examen por parte de otras personas. Este miedo ocurre durante las interacciones sociales, al ser observado por otros y al actuar delante de otras personas. Por ejemplo, la persona con ansiedad social siente un miedo intenso al tratar de mantener una conversación, reunirse con personas extrañas, ser observado mientras está comiendo o bebiendo algo, realizar exposiciones, presentar exámenes orales o dar una charla. Además, la persona tiene miedo de actuar de cierta manera o de mostrar síntomas de ansiedad que se valoren negativamente, en los que se pueda sentir humillado, se avergüence y que pueda conllevar a rechazo de otras personas o sienta que su actuación pueda ofender a otros.
Sentir ansiedad justo antes de realizar una exposición en la Universidad o en el trabajo, puede considerarse “normal” o “natural” ya que nos enfrentamos a una situación en la que hablaremos delante de otras personas y lo que digamos puede generar consecuencias positivas o negativas derivadas de nuestro desempeño, pero esa ansiedad que sentimos justo en ese momento, no necesariamente es ansiedad social. Para que sea clínicamente identificada la ansiedad social debe interferir en forma significativa y deteriorar el funcionamiento de la persona en su ambiente social, ya que en forma persistente las situaciones sociales casi siempre le provocan miedo o ansiedad, por lo que las evita o las resiste con miedo o ansiedad intensa.
Puede ocurrir que sólo sea frente a la acción de hablar o actuar en público y en su ambiente cercano no presente síntomas que deterioren su funcionamiento.
Las personas con ansiedad social, usualmente sienten temor a la evaluación negativa, creyendo que no sabrán cómo comportarse en forma adecuada, parecer débiles, tontos, siendo juzgado o criticado por los demás. Tienen pensamientos como por ejemplo “voy a hacer el ridículo. Quedaré bloqueado y no sabré qué decir. Seguro que no les interesa mi opinión. Se darán cuenta de lo nervioso que estoy. Creerán que soy tonto, se estarán riendo de mí”.
Es importante que busques ayuda de un profesional de la salud mental para que pueda ayudarte a gestionar lo que te ocurre. La forma de abordar este tipo de casos es típicamente trabajar de la mano con el terapeuta en “terapia de exposición”, en donde tendrás la oportunidad de poner a prueba tus creencias disfuncionales como por ejemplo “Me sentiré tan ansioso que no podré terminar la exposición”, y generar formas más realistas de entenderse y entender a los demás, cuestionando este pensamiento cambiándolo a “Puedo seguir con la exposición, aunque me ponga ansioso”.
Igualmente, la exposición le permite a la persona practicar habilidades conductuales que durante mucho tiempo fueron evitadas (por ejemplo, invitar a alguien a una cita siendo asertivo) y realizar conductas que sean congruentes con sus metas personales (por ejemplo, conocer personas nuevas puede generar amistades en el futuro).
Y tú, ¿te ha pasado una situación similar? Cuéntame tu experiencia. Recuerda que si necesitas orientación ¡Hablemos!
Lcda. Nancy Marchán
